jueves, 29 de enero de 2009

Postales

Por Florida, al medio día, cuando está abarrotado de gente, cuando las personas pasan por donde pueden, bajo el sol brutal de enero, una señorita caminaba arrastrando una valija de esas con rueditas. Nadie oyó el 'tracatraca' insoportable y cadente porque antes nos quedamos estacionados en otra parte: iba embutida en un tremendo y desfachatado vestido color carne, o transparente, corto, cortísimo, subida a unos tacos aguja de 38 centímetros, caminando como un bambi, con anteojos oscuros, sonrisa y un bondados(ísim)o pelo negro, brillante y negro. No voy a repetir lo que ese expuesto y dadivoso culo se llevó. Pero mientras ella pasaba seguida de su valija y 2000 ojos, una señorita un poco entrada en carnes, a los ojos de algunos tal vez menos agraciada, vestida de uniforme azul de tela sintética, la miraba como el resto pero con desdicha. Lamió por última vez su helado y lo tiró al tacho de basura.
Frente a una obra en construcción, otra señorita pasó caminando con la frente alta, espalda erguida, cara de culo, cartera asfixiada bajo la axila izquierda, pollera corta, apurada como una laucha. Todos, absolutamente todos los que estaban trabajando ahí, los obreros, el capataz, el ingeniero, el arquitecto y hasta el perro auyaron descontrolados. Ella puso cara de tujes pero no cruzó, siguió.
Una mujer le dice a la otra en la cola del supermercado: Choqué el auto ayer, le destrocé la óptica, el capó no fue encontrado todavía, la parrilla no sirve para nada, le rompí las dos cubiertas delanteras. La joda me salió 3500 pesos. Pero fue culpa de mi marido. Le pedí que lo estacionara él y me lo dejo en cambio. Así que lo va a tener que pagar.
En el subte tres mujeres hablaban, se despachaban contra un ausente. Una, la despechada, hablaba del ex marido como si fuera un jodido tirabombas de jardines de infantes, que el divorcio, que la plata, que el viaje, que los recuerdos. Las otras dos, que no daban más, no veían la hora de contar su propia historia. Hasta se miraban con rabia. Y atrás mio, en el mismo vagón, una pareja hizo el correspondiente trayecto abrazados, besándose en el medio de la gente, sin importarles el vaho hediondo que circulaba ahí, soportando unos 105 grados de calor, de húmedo calor. Sin embargo vi por la ventanilla, que ese día ofició de espejo, que el príncipe azul no podía, no quería, sacar los ojos del culo de una que iba al lado.
En una mesa de un restaurante de moda un gordo transpirado, brilloso, trajeado, agitado y sin cuello, se sentaba a la mesa con una señorita de alrededor de 24 años, hermosa, sonriente, ruidosa. En la otra mesa, una mujer miraba para afuera, suspirando, mientras su acompañante, un hombre, su marido, su pareja, no dejaba de hablar por teléfono.
Ayer una amiga me decía que quiere que su novio sea como el de su amiga, tan caballero, tan bueno, tan cariñoso, en cambio el suyo...
(Definitivamente los cambios llegan, pero no a todos lados)

viernes, 23 de enero de 2009

lo podés creer?

- No lo puedo creer - me dijo una amiga - Vos qué pensas?
Lo dejé, le dije que nunca había estado más aburrida que ahora, que me tenía las pelotas inflamadas y que no daba más. Que me iba, con alguno más pendejo, menos pelado, nada, me iba...
- y?
- y el muy hijo de puta me dijo: 'ok'. Y mirá que se lo repetí, le dije que ojo que no volvía más, que lo estaba dejando. Que a partir de ese momento iba a hacer mi vida. que lo iba a sacar de mi agenda, de mi celular, de mi faceboock, de mi msn, de mis contactos, todo!, y el retarado me seguia diciendo: 'ok, que te vaya bien'. Nada más! Ni se mosqueó! y encima tuvo el tupé de decirme que no le iba a venir mal ya que quería viajar, hacer algo diferente... Vos podés creer?
- Bueno, pero vos lo querías dejar hace rato ya, o no?
- si, y?
- Que te la hizo fácil. Qué más querés?
Caminamos en silencio un rato más.
- Y qué pasó? - continué.
- Nada, al final me quedé, no me fui nada.
- Pero...
- Si no se pone a patalear como un chico, no tiene sentido.

lunes, 19 de enero de 2009

Disculpame, hoy no.

Hay veces en que uno se ve moralmente obligado a sonreír aunque en realidad tiene ganas de taparse los oídos y sumirse en el total silencio, o que uno asiste a eventos, lugares, que jamás estarían en nuestra lista de prioridades sólo por una cuestión de amabilidad, o ni siquiera, es porque uno le tiene cariño, o empatía, o algo a ese que te lo pide.
Pero hoy no tengo ganas. Disculpame.
No me alegra, al contrario, que me digas entre pompas que te casás.
Y no, no es egoísmo. Es un acto de amor de lo más descarnado.

domingo, 18 de enero de 2009

Un flotador para mi.

Estaba en una pileta. estaba sentada en una reposera, al costado de la pileta, mirando como dos chicos la rodeaban para tirarse. Hacía calor.
De pronto se detuvieron. El más chico, el más petiso, mira al otro de unos diez centímetros mayor y le niega la situación con la cabeza.
- No, no, no me voy a tirar.
- Dale, si, tenés frio?
- No, no tengo frio, tengo mucho calor, pero me parece que es muy hondo para mi.
- Pero si tenés puesto esto - señala unos flotadores que le rodean los brazos, dibujados con el Hombre-araña.
- Si, pero no sé...
- Dale, tirate, yo te acompaño. Tenés que superar tus miedos. Y ambos se tiraron al agua y se rieron. Y yo me fi. Llorando me fui.

miércoles, 7 de enero de 2009

Por cuarenta pesos

Y sí - me contaba mientras secaba la bombilla del mate - yo ya sabía. Tenía un trabajo en mi casa, alguien vino y enterró algo, no sé, una uña de ratón Mickey, un trocito Dogui con mi nombre tallado, no sé de esas cosas, pero parece que me hicieron un trabajo en mi casa y por eso nos ha ido tan mal el año que pasó. Por suerte fui a ver a Don Benancio. Habrase visto mirá, me vió a los ojos y me dijo: vos tenés un trabajo en tu casa y yo, por 400 pesos te lo quito de ahí y vas a ver cómo las cosas mejoran. Y tal cual, vos sabés? Vino la semana pasada y por ahora todo anda perfecto.
Además, fue también mi cuñada y el dolor ese de la rodilla que tenía se lo sacó y parece que nunca hubiera tenido nada. Te acordás que se cayó aquella vez cuando estaba limpiando la lámpara del living? Bueno, santo remedio. También, la miró y le dijo que tenía tendones demasiado estirados y que por eso le dolía. Se santiguó, dijo algo bajito y mi cuñada salió que no se puede creer, saltando mirá. Tuvo que ir dos veces más porque le dijo que aunque no le dolía tenía como una pelota acá - se señaló la ingle - y se la va a tratar. Por 40 pesos, viste, vale la pena.
Y cuando estuve a punto de salir al ataque para rebatir con mis apelaciones realistas su cuestión folcklórica, cuando por puro deporte apunté directo al centro mismo de su fe, estuve a esto de hacerle un agujero irreversible a su esperanza, vi que, por lo bajo y sin decir palabra, casi sin darse cuenta, me suplicaba que no, que lo deje así, que a esta altura no le quite ese asombro, la sorpresa, que no la frustre, total, qué me cuesta. Por cuarenta pesos semanales supo encontrarle sentido a la semana con su pequeño milagro.
La próxima vez te acompaño - le respondí.

martes, 6 de enero de 2009

Sueños

Se suele decir, en en folklore popular, que los sueños son realizaciones de deseos.
Por ejemplo, si estas haciendo una dieta estricta, seguramente vas a soñar con un valle de fideos con crema, o con una pileta de helado de dulce de leche tentaciòn.
Pero estoy aquì para refutar esa teorìa por pobre, por cruel y provocadora.
Yo soy mi propia prueba: he soñado que, apestada de lepra, se me caìan los dedos, he soñado que me perseguìa Brad Pitt vestido de cana, pero yo era un hombre y no me gustaban los hombres. Por ùltimo, he soñado que tenìa sexo salvaje, soez y descarnado con Pablo Codevilla en un crucero, cuando ni siquiera me gustan los cruceros.
Yo lamento rebatir toda una teorìa centenaria, pero nadie en sus sano juicio tiene deseos manifiestos de ver a Codevilla en pelotas.