miércoles, 30 de junio de 2010

Flores robadas...

"Pido permiso señores, este tango habla por mi"
''El olvido es la única venganza y el único perdón''
"I remember it well"
''Mi alma no se contenta con haberl perdido''
"Todo lo que me queda es cantarte con el alma, si te regalé la voz''
"Por qué no olvido tu canción, si el río va y no vuelve más"
"Y no sé dónde estás"
"De sentir junto a mi boca como un fuego tu respiración"
(Y pensar que otra a su lado pronto, pronto le hablará de amor)
"Así estoy yo sin ti"
"En qué hondonada esconderé mi alma para que no vea tu ausencia?"
"Llora mi alma de fantoche"
"Gota de vinagre derramada, fatalmente derramada"
"Todos los dias tienen ese rato en el que respirar es un ingrato deber para conmigo"
"All i've ever learned from love was how to shoot somebody who outdrew you"
"Dónde estaba Dios cuando te fuiste?"
"Qué le habrán hecho mis manos, qué le habrán hecho...?"
"Porque todos lo finales son el mismo repetido"
"Yo hubiera querido estar de una vez en el dia siguiente, yo me quería salir de esa noche"
"Quisiera (volver a) ser un pez"
"Capaz de hacer un mundo y regalartelo después"
"Algunas noches suelo recostar mi cabeza en el hombro de la luna"
"Araca corazon, callate un poco"
"34 puñaladas"
"Y en tus ojos no vi brillos como aquellos"

"20 poemas de amor y una canción desesperada"
"A quien quiera acompañarme le cambio versos por penas, bajo los puentes del Sena de los que pierden el norte, se duerme sin pasaporte y está mal visto llorar"
(La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita)

martes, 8 de junio de 2010

Continúa

He hablado en más de una ocasión de mi, y de mi áspera soledad.
Más de uno me ha visto llorar por causas nimias, pero también porque se me partió el corazón en mil pedazos.
Más de una vez avisé de alguna manera que me dolía el cuerpo, pero más el alma. Pero ojo, también dejé constancia en más de un lado que he sido feliz, muy feliz muchas veces.
He fracasado, y muchos lo supieron y supe reinventarme, es un círculo.
Y sin embargo son pocos .os que se dignan a dejarme un comentario.
(Alguien dijo alguna vez que el artista vive de los aplausos. Mutatis mutandi...)
Lo que más me duele es que me confirme, una vez más, que a pesar de todo el mundo va a seguir girando.

jueves, 3 de junio de 2010

Tres clases de amor

Mirta es viuda y tiene 83 años. Es viuda hace 10 años y es mi vecina. Tiene 3 hijos que nunca aparecen, muchos nietos, creo que algún bisnieto.
Mi vecina goza de buena salud. Todavía le quedan algunas ganas. Es coqueta, ha tenido un buen pasar y lo demuestra. También tiene una acompañante terapéutico.
Un día me crucé a su hijo, que la esperaba en la vereda. Lo saludo y le pregunto por la madre, por su salud (por la acompañante) y me dijo que no, que estaba bien "Mejor que vos y yo" y que la compañía habia sido una desición de ella. Y que no era terapéutico, era compañía.
Ese día era sábado. Me fui.
Al otro día, (los domingos son algídos) encontré en el diario un artículo sobre la cuestión neuroquímica del amor. Decía que había, según las imagenes obtenidas a través de una máquina poderosa y moderna, por eso efectiva, tres clases de amor en la vida de las personas. Una es el impulso sexual, otra el amor romántico y la tercera, el apego.
Alguna fibra me tocó. Yo, que ando atravesando una complicada soledad y que me he arruinado más de un domingo por el patético temor a su irreversibilidad, caí en la cuenta de que no he ido más allá de eso. De que no me puse a pensar en lo que podia pasar si eso tambien pasaba. Pensaba en Mirta, que supo recorrer (le adjudico) correctamente por todos los casilleros esperables del juego de la vida. Y pensé en su resultado.
Tambien pensé en las tres clases de amor y se me ocurrió que no sólo estaban ubicadas específicamente en la anatomía sino que también en el tiempo, que es como una espiral invisible. Al principio es el apego, luego sobresale el impulso sexual, luego se le suma en el mejor de los casos el amor romántico, luego van y vienen y le ceden finalmente importancia al final de la vida al que sobrevive, al apego, que nunca desapareció sino que sostuvo todo lo demás.
Y me acordé de la acompañante de Mirta, que a cualquier precio (literalmente) no quiso quedarse sola.
Y, con el diario en la mano aún, levanté la vista y le dije a la pared: "Esto, entonces, no se va a terminar nunca", y me entristecí.
Pero al rato supe que sólo así podía patear el tablero en el que estaba jugando y jugar a otro juego, el que se me cantara. Y me relajé.
Porque todos, le volví a decir a la pared, juegan al mismo juego y todos los finales son el mismo repetido.