miércoles, 29 de abril de 2009

Sí, existe.

Yo, que fui al amor con la ilusión de que lo cura todo, de que es alimento para el espíritu. Que creí que tocaba el cielo con las manos después de comprar todas las promesas de la contraparte y me faltaron el respeto gratuitamente. Tristemente. Yo que terminé mi carrera de grado, de posgrado, que aprendi tres idiomas y estaba a punto de terminar mi tesis de doctorado me di cuenta de que mi sueldo era inferior que el anterior, el de secretaria cuando aun estudiaba.
Yo que cuando era chica quería ser grande para hacer lo que se me cantara el ocote y me di cuenta de que hacerse cargo de todo a veces puede ser tan doloroso que dan ganas de abandonar el barco. Y no se puede. Que en alguna que otra oportunidad me vi despojada incluso hasta de mis mentiras personales y piadosas... cuando mi sobrino, chiquitito, me preguntó, ante un evento particular, si la magia existe le respondí que sí.
Y no lo hice por él. No le mentí.
Hago magia todos los días. Veo magia todos los días.
Sinó, todo lo demás dejaría de tener sentido en este instante.

miércoles, 22 de abril de 2009

Moraleja con cuento.

El Sr. Menos era millonario. Había llegado a serlo porque tanto lo gastaban cuando era chiquitito, tanto tanto, que se forjó su carrera financiera llena de éxitos sólo para poder cumplir con lo que vaticinaba en aquel momento: ya van a ver, algún día voy a tener más que ustedes y van a ver.
Entonces el Sr. Menos era millonario. Era dueño de tres navieras, 5 hoteles mil estrellas, 4 cruceros de lujo, una empresa constructora, una isla, etc. Era el rey Midas.
Hacía 25 años que estaba casado con una mujer, Olga, que había sabido ser la reina de la primavera en sus años mozos pero que ahora daba escalofríos verla.
Un día decidió contratar una secretaria. Puso un aviso en el diario y al cabo de 24 horas se presentaron varias postulantes. Pero había una que era un despelote. Algo sin igual. Estaba tan buena que rajaba la tierra, tenía un culo melódico que se movía al compás del latido de su acelerado pulso, una piel de porcelana, unos ojos de fuego que cuando te miraba hacía que transpires frio. Sus piernas eran laberínticas. Cortaba la respiración, la mayonesa, el bacalao, qué lo parió. Tanto era así que 5 minutos después la tenía instalada en el escritorio. Estaba feliz. Sentía que no necesitaba más, realmente había cumplido. Sí! tenía exactamente lo que quería. Se regocijaba imaginándose a aquellos que padeció cuando era chiquitito, sus venas hinchadas por la envidia. Finalmente había pasado a ser el Sr. Más. Se sentía satisfecho. Pleno. He cerrado - pensaba - el círculo de mis necesidades.
Fue una pena que justo ese día, un rato después, la sra Olga apareciera en la oficina.
- Y usté quién es? - inquirió
- Soy la Srita. Pobre, la nueva secretaria del Sr. Menos.
- A sí? - dijo dijo haciendo la seña del 7 de espadas - Mirá vos.
Al otro día, la srita. Pobre recibió el telegrama de despido. El Sr. Menos estaba triste.
Al Sr. Menos le habían arrebatado la alegría. Algo le faltaba.
Moraleja: Pobre no es quien Menos tiene, sino quien Menos necesita.

jueves, 16 de abril de 2009

Costumbre

El otro día estaba paseando con una persona extranjera. Cuando le hice la pregunta de rigor, cuando le pregunté qué le había gustado y qué no de Buenos Aires me dijo: Me encanta la vida de este ciudad, es pintoresca. Pero me llama la atención, mucho, la cantidad de basura que hay en la vereda. Sí, agregué, no tenemos instalada aún la conciencia ecológica.
No, más allá de eso, me refiero a las bolsas que se acumulan en las veredas, acertó.
En ese instante aparecieron, ahí, las bolsas de las que antes no me había dado cuenta. Muchas bolsas, kilos de basura en bolsas de consorcio, montones de repugnantes bolsas negras acumuladas en la calle que me mostraban un cuadro triste.
Me había acostumbrado y me dio verguenza. Verguenza ajena y después propia porque inmediatamente empezaron a aparecer ante mi, en mi, cuestiones viejas que habiéndose hecho carne se me habían vuelto invisibles. Cuestiones que se fueron camuflando entre las convicciones ya un poco marchitas. Incomodidades a las que uno se va acomodando por comodidad, porque es más fácil quejarse que laburar.
Y me volvieron a doler antiguas imposibilidades, me volvieron a molestar piedras viejas en mis zapatos.
La costumbre, pensé, es cómplice del fracaso.

martes, 14 de abril de 2009

Evacuar

No podía y no había caso.
Hacía 7 días que venía metiéndole comida a este cuerpo, que de gentil no tiene nada, y no podía ir de cuerpo, evacuar, hacer caca, no podía cagar. Las tripas me hacía ruido, las venas de las sienes se me hinchaban hasta ponerse azul oscuro, o violeta. La boca se me torcía en una mueca de odio visceral que daba miedo.
No podía cagar.
Transpiraba frío, se me paraban los pelos de la nuca a la menor ventizca. Tenía la panza como el huevo de pascuas que se sorteaba en el autoservicio de enfrente.
No podía, no había manera.
En esos días he comido compotas de todos los colores, frutas de mil años de oscuridad, yogures violetas, semillitas, todo y no había caso.
No podía cagar.
Entonces fui a una curandera y le conté mi problema y me dijo: estás llena de mierda.
Decime algo que no sepa, le dije.
No, en serio, estás llena de mierda en el sentido figurativo, tu ánimo está desvastado. Te sentís para la mierda, te sentís como la mierda. Estás, por tanto, llena de mierda.
Me quedé en silencio, me quedé muda, le pagué y me fui.
Cuando llegué a casa me preguntaron: te sentís bien?
Si, le dije, no, me voy a llorar al baño.

viernes, 10 de abril de 2009

Luto

Asistí a un velatorio ayer. Y a un entierro, que en realidad fue más de uno.
Más allá de la tristeza que provocó el que se fue en los que nos quedamos, hubieron muchas cosas que se jugaron ahí.
Por una parte, la gente que asistió, la gente más vieja, tenía en el rostro la expresión de la íntima certeza de la proximidad del asunto. Era en ese caso como una despedida cómplice.
Por otro lado, por mi lado, por el lado de los de mi generación, vimos reflejado el paso del tiempo, inexorable, entre nosotros. 'Están grandes, más grandes que yo'. mentí.

(También vi que no es justa, la muerte, y se vuelve más dolorosa)
Y al final, a la hora del definitivo final, en el entierro, fue donde yo sentí la puntada, la que me dolió en serio. Fue como si estuviera visitando el futuro con mi fantasma de las navidades pasadas pero sin el changui de volver. Vi que en ese segundo último estaba enterrando también algo de mi. Pasado, recuerdos, momentos. Sin vuelta, sin más nada.
Creo que más allá de que en tal o cual caso toca más de cerca a uno u otro, la muerte en general es una sola y de a poco. Con cada muerto que he ido sobreviviendo se ha ido un poco de mi. Su muerte también es mia, en pequeñas cuotas.
No tan absoluta pero si definitiva.

miércoles, 1 de abril de 2009

Adulto

Vino a casa y estaba triste. Se le notaba la tristeza como a quien acaba de enterarse que al final era todo mentira, que la habían estafado. Llegó a casa y en silencio hizo lo que todos los días acostumbraba a hacer, se metiò a la ducha, se fijó en la heladera, esas cosas.
Cuando estaba sentada enfrente mio en la mesa llevándose una papa frita a la boca le pregunté qué le pasaba.
- Hoy les conté a mis compañeros de oficina que me voy, que me cambio de laburo en un mes, que me salió algo mejor. Y a nadie le importó. pusieron cara de 'oh, qué bueno' me dijeron que no perdamos el contacto y siguieron hablando de cómo le silvaban a la Bruja Verón en el partido contra Venezuela. No me van a ver más y a nadie le importó.
Siguió con la papa frita entre indignada y triste. Y a mi me daban ganas de decirle que las cosas son así, que a nadie le importa demasiado lo que haga, salvando algunos pocos.
Que el dia que le ocurra lo peor, que el dia que sienta la tristeza más miserable, ese día incluso su vecino va a ir a trabajar, el perro de al lado va a ladrar y le van a hinchar las bolas por teléfono como a cualquiera, porque es cierto, a nadie le importa.

El mundo no se va a detener a verla pasar. No va a dejar de amanecer porque se tiña el pelo de violeta ni las escuelas van a hacer paro porque las cosas no le fueron como pensaba.
Y suena triste, pero no es tan malo en definitiva, porque el dia que cometa el peor error de su vida se va a dar cuenta de que en realidad no es para tanto, porque eso también va a pasar desapercibido, nadie se va a dar cuenta, se lo va a comer el tiempo como a todo lo demás.
Pero verla ahi, luchando contra eso, pretendiendo buscarle la vuelta a lo absoluto me dio un poco de pena, y a la vez ternura. No quise herirle la susceptibilidad.
- te van a extrañar - Respondi.