sábado, 6 de febrero de 2010

Una historia contenta

Habia tres hermanas, las hermanas Pena. En realidad se llamaban de apellido Peña, pero por esa fastidiosa crueldad de los registros de las personas de antes, cuando los grandes las precedieron, los anotaron con N. Se llamaban, entonces, Pena.
No se hacían problema, al contrario, a ellas les resultaba importante esa historia porque su vida era tan aburrida y vetusta que necesitaban algo para poder contar sobre ellas. No estaban contentas con su vida, digamos. No eran agraciadas en absoluto. Cuando se juntaban a 'tomar el te' parecía una reuníon de consorcio del puerto de Mar del Plata: dos lobos marinos y una foca. (hasta los bigotes tenían las hijas de remilputas).
Jugaban, todas las mujeres de su condición deben hacerlo, al Quini 6. Fantasear con llevarse el pozo las hacia soportar la sensación de fracaso absoluto. Y, sorteando cualquier estadística una vez tuvieron un día tanto orto que lo sacaron, solo ellas (siempre compraban uno entre las tres), con un pozo que venía vacante desde hacía 6 meses: Un fortuna.
Tanta avidez tenían de ser alguien más en el mundo que decidieron que iban a cambiar de vida. Ahora podian, sí! Su sueño amasado por tantos años ahora era pausible de ser concretado. Fueron a Figurella, a Slim, a Ravena, a lo de Rímolo. Se pusieron electrodos hasta en las pestañas. Compraron pelo natural de tenistas rusas y modelos suecas para no ser menos que las extensiones de Su, se pusieron tetas, labios, uñas y los dientes faltantes y después de 6 meses salieron. Parecían las Trillizas de Oro con un petardo ern el tujes cada una. Compraron una mansión en la Boyita, al lado de la de Tinelli, a la que volvieron una zona de glamour y fantasía. Se hicieron amigas de Marcelita Tinayre, de Leticia Bredice, de Marta Minujin y de Flavia Palmiero. Eran top top. Pero se sentían inhibidas por la figura y el porte de Ricardo Fort, esa sensación de fracasdo y autestima nula seguía amenazando desde algún Rolls Roy de Miami y se les hacía insoportable. No querían volver a estar en el infierno y decidieron tomar alguna medida. Y a problemas extremos soluciones extremas: programaron una fiesta en esa mansión y, para hacerla más fastuosa e inolvidable (conuna gigantografia de Peter Sellers con barniz marrón como cartel de bienvenida) llenaron la pileta con Don Perignón. Era el paraíso de los trasnochados. Nadie se quiso perder esa fiesta. Gastaron un porcentaje significativo de su jóven fortuna pero la hubieran puesto todas con tal de brillar. Con esta sí que salimos en la Gente! Dijeron contentas, al son del hitazo de Zulma Lovato, y se tiraron a la pileta en bombita, dejando una estela de brillos de oro tras sambullirse en la parte honda.
- No, no! dijo el jardinero, no se tiren chicas! No saben nadar!!!! - él las conocía desde chiquititas. Era lo único de su pasado que habian conservado.
- Pero si no lo necesitamos!!! - Dijeron a coro. Y ante la mirada entre desesperada y atónita de los invitados, dijeron:
- Hasta el más tonto sabe que las Penas no se ahogan en el alcohol!

jueves, 4 de febrero de 2010

Reivindicación

Esta mañana un relator de noticias decía que hace un mes de la muerte de Sandro. Sandro me gusta, me dio tristeza su muerte, pero sobre todo porque la suya fue la condensación de otras muertes recientes, cercanas.
Cuando era chica me atormentaba saber que todo era finito, que nada es para siempre. Entonces me detenía a pensar en las cosas que más quería y me entristecía saber que iba a llegar el momento en que iba a perderlas.
Hace un rato, cuando pisé la calle en este día amarillo y húmedo, brillante, recordé, como un pequeño sismo, un día en particular en otro lugar, en otra ciudad, que compartí con la persona que más amé (y aún a veces duele). Y me quedé parada ahí, tratando de retener por más de un segundo esa sensación. Y cuando se me fue volví a sentir aquella tristeza, me estremecí pensando en lo que no tiene reverso pero decidí, porque de eso se trata, cerrar los ojos y sonreír.
'Todos sucede por algo', se me ocurrió pensar.
Y si no es así, habrá que inventarle un motivo. Que no sea en vano.